lunes, 4 de mayo de 2009

PRESENCIA EVANGÉLICA EN LA SOCIEDAD CHILENA


Desde los albores de la Patria Vieja , el pueblo evangélico ha estado representado en nuestra sociedad a través de hombres y mujeres que han tenido una destacada participación política, social, económica, e indudablemente, espiritual entre nuestros compatriotas.

Al principio son extranjeros los que traen la fe evangélica desde el Viejo Mundo, como también de Norteamérica. Simón Collier, en su libro “Ideas y Política de la Independencia chilena, 1808-1823”, hace referencia a los dueños de un barco estadounidense, que aprovecharon su estadía en Chile para difundir sus ideales democráticos y republicanos, tanto, a través de la conversación personal, como por medio de la distribución de documentos que contenían la Declaración de Independencia y la Constitución de los EE. UU. de Norteamérica. Por su parte, Sergio Rodríguez R., en su tesis “Influencia de los Estados Unidos en el proceso de la Independencia de Chile, 1776-1824”, se refiere al médico protestante estadounidense Procopio Pollock, quien se destacó como propagandista de la independencia, el cual fue detenido por las autoridades españolas del puerto de Talcahuano, en 1807. Mientras se desarrollaba su proceso, trabó amistad con el futuro prócer de la patria, Juan Martínez de Rozas, en ese momento Secretario del Gobernador de Concepción, Antonio García Carrasco, futuro Gobernador del Reino. Producto de esta amistad, Pollock se pudo trasladar a la capital en donde se puso a trabajar por la causa revolucionaria y secretamente comenzó a difundir las ideas independentistas a través de un periódico manuscrito titulado “Gacetas de Procopio”, en la que transmitía algunos principios independentistas materializados en la Declaración de Independencia de los EE.UU. de América; a juicio de Sergio Rodríguez R., en su obra antes citada, Pollock continuaría como figura combativa durante el proceso de Independencia, y aún después de alcanzar ésta, participando en la política nacional.

Juan Ortiz Retamal, en su tesis para optar al grado de Licenciado en Educación con mención en Historia y Geografía “Los Evangélicos y la Política chilena, 1810-1891”, considera en el aporte de los Protestantes a la Patria Vieja , las figuras de 2 destacados protestantes norteamericanos:

a) El comerciante Mateo Arnaldo Hoevel, comerciante de ancestros evangélicos suecos, quien llegó a Talcahuano en 1805, venía como sobrecargo del “Grampur”, el cual había zarpado a nuestras costas con el propósito de practicar el contrabando, siendo descubierto por las autoridades españolas, las que requisaron el barco, para más tarde subastarlo; Hoevel, después de un largo proceso logró la devolución del dinero obtenido por la subasta del “Grampur”. Una vez obtenida esta meta, este hábil comerciante se avecindó en los alrededores de Santiago y cuando comenzaron a surgir las primeras señales de independencia, se precipitó a participar en las contiendas, siguiendo muy de cerca los pasos de los patriotas.

Hoevel consideró que los EE. UU. debían jugar un importante rol en el proceso independentista chileno, razón por la cual le escribe al presidente Madison, proponiéndole la realización de un tratado comercio y navegación entre ambos países, en el cual él sería el representante norteamericano en Chile. Aprovechando su identificación con el bando patriota, Hoevel solicitó al gobierno la ciudadanía chilena, la que fue concedida el 29 de octubre de 1811. Con la carta de ciudadanía en su poder obtuvo un contrato comercial con el gobierno para la importación de la primera imprenta nacional y para conseguir los servicios de los tres tipógrafos a cargo de su manejo, todos estadounidenses, los que llegaron al país, el 24 de noviembre de 1811, junto a los implementos propios de la imprenta, se embarcó para Chile una partida de armas y municiones para apertrechar al ejército patriota en formación.

En virtud de los importantes servicios prestados por Hoevel a favor de la causa patriota, Poinsett lo nombrará como Vicecónsul para que actúe bajo sus órdenes. Henry Clay Evans, en su obra “Chile and its relation with the United States”, afirma que Hoevel y Poinsett planearon juntos la manera de influir en la gestion gubernativa de Carrera, para así poder convertir a Chile en una república, para lo cual era necesario que rompiera todos sus lazos con España. Cuando se inició la lucha armada entre patriotas y realistas, Hoevel renuncia a su calidad diplomática para poder enrolarse en el ejército patriota en donde se le concede el grado de Capitán de la sexta Compañía de Guardias Cívicos. Al producirse el desastre de Rancagua, no alcanza a huir a la Argentina con la mayoría de sus compañeros de armas, por lo que es arrestado por las autoridades españolas, las cuales lo desterraron a la isla de Juan Fernández.

b) El cónsul norteamericano Joel Roberts Poinsett (“anciano gobernante” de la Iglesia Presbiteriana de Charleston, Carolina del Sur) llega a Chile en el verano 1811-1812, destacándose como el norteamericano que influyó más en pro de la independencia nacional. Poinsett arriba al país como agente consular del gobierno norteamericano, presidido por James Madison, quien lo designó como agente diplomático en Buenos Aires, Santiago y Lima.

El 24 de febrero (1812), en una ceremonia especial, Poinsett fue recibido oficialmente por el gobierno de José Miguel Carrera, como Cónsul General de los Estados Unidos ante el “Gobierno Superior de Chile”. El cónsul, lejos de cumplir las tareas propias de su cargo, se comprometió profundamente con la causa patriota y la política interna de Chile, entablando una gran amistad con el propio Carrera, en quien influyó logrando que un lema calvinista apareciera en el primer escudo de armas de la Patria Vieja “Post tenebras lux” (después de las tinieblas la luz, acuñado en la suiza calvinista del siglo XVI).
También entabló amistad con casi todos los líderes patriotas de Santiago, entre ellos, Fray Camilo Henríquez, el gran difusor de las ideas revolucionarias durante el gobierno de Carrera, mediante la redacción de los periódicos “ La Aurora de Chile” y “El Monitor Araucano”, impresos en la imprenta que trajera Hoevel, y manejada por los tipógrafos norteamericanos.
Poinsett llegó a proponerle a Carrera un proyecto constitucional, que no era más que una adaptación de la Constitución de su país, el cual no fue aceptado por la Comisión encargada de su redacción. No obstante, el proyecto definitivo que finalmente fue aceptado, tuvo su última discusión en la casa del cónsul, en donde se supone su influencia para que no apareciera el término “romana” en su artículo primero que establecía que: “La religión Católica apostólica es y será siempre la de Chile”, lo cual –se supone- abría las puertas para una nacionalización de la iglesia Católica chilena, como una forma de contrarrestar su fuerte sentimiento a favor de la Monarquía española; además, se infiere que, al redactar de esa forma el artículo, en el futuro podría ser interpretado a favor del asentamiento de iglesias Protestantes en el territorio chileno. Aparte de esta labor constituyente de Poinsett, influyó también sobre Carrera para la creación de los emblemas nacionales, la bandera y la escarapela, siendo el estreno de el emblema nacional con ocasión de la fiesta de celebración de la Independencia de los Estados Unidos, el 4 de julio de 1812.

Cuando se inició el conflicto armado con las tropas realistas, Poinsett acompañó al Presidente de Chile al sur, para ayudarlo a organizar el ejército patriota, y aún más, lo acompañó al campo de batalla para prestarle su asesoría. Una de sus últimas actividades en Chile, antes de regresar a su patria, fue el intento de conseguir la libertad de los hermanos Carrera. Posteriormente (1815) se reencuentra con José Miguel Carrera en Baltimore. Allí lo pone en contacto con armadores y comerciantes, amigos de la causa independentista, que facilitarán al general chileno una flota de guerra y pertrechos consistente en 5 barcos, a lo que sumó la contratación de oficiales ingleses y franceses con los cuales volvió esperanzado a Buenos Aires, en 1817, con el propósito de seguir con sus barcos hacia el Pacífico, pero el Director Supremo de Argentina, don Martín de Pueyrredón, apresó a don José Miguel y se apoderó de sus naves. Fue en sus días de permanencia en Baltimore, en donde Poinsett iniciará al general chileno en el conocimiento de la doctrina protestante y de los servicios religiosos presbiterianos (Diario de mi Estadía en los EE.UU. de N.A., José Miguel Carrera, páginas 11-13).
Es preciso dejar constancia que, aunque no hay elementos de prueba que aseguren que el General Carrera, por la influencia de Poinsett hubiera abrazado la fe evangélica calvinista, no es menos cierto que en un momento tan delicado como el que precedió a su muerte, haya dado testimonio de su actitud anticatólica romana, frente a los testigos que sostienen que en este acto ocurrido en la plaza de Mendoza, al patriota chileno “…se le conminó a que mirando el crucifijo se arrepintiera de sus pecados, y lo besara, a lo que él, en forma desdeñosa respondió: qué padre tan afligido, a Cristo, señor, lo llevo en el corazón y no en los labios” (“Biografía del General José Miguel Carrera”, por el General argentino Thomas Ariarte, páginas 152-153).

José Eduardo Caamaño Quiroz

Pastor Presbiteriano

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